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Sobre el licenciamiento del proyecto minero Quebradona en Jericó

Carta del senador Iván Marulanda al señor presidente de la Cámara de Representantes, doctor Germán Blanco, señor Alcalde de Támesis doctor Juan Martín Vásquez, congresistas, concejales,
funcionarios, ciudadanía del suroeste antioqueño:

 
Mis respetos, gracias por invitarme a este acontecimiento de civismo.

La causa que nos reúne es de dimensiones singulares, más trascendental de lo que pudiera imaginarse.
 
Se trata de la defensa el territorio, de la historia de las personas, las familias, los antepasados. El valor de esa historia no se mide en dinero, no se vende, tampoco se entrega.
 
Es la defensa del sistema de vida, de la cultura propia construida a lo largo de siglos que le permite a la comunidad ser dueña de ella misma, de su destino. La cultura de los pueblos es su dignidad, su personalidad. Puestos en culturas ajenas, seríamos otras personas, ajenas a nosotros mismos, desconocidas, sin dominio sobre nuestros pasos.
 
Las comunidades guardamos las coordenadas espaciales del territorio propio en la memoria, las historias personales, familiares, colectivas. Los paisajes, los parajes, la evolución del vecindario y de las personas, los recursos que nos dan la vida.
 
Esa memoria somos nosotros mismos, si la perdemos, nos  convertimos en personas desorientadas, en grupos humanos amorfos, irreconocibles.
 
Colombia está constituida sobre valores esenciales, es claro para nosotros.
 
Esta nación nos pertenece a las gentes y su destino es nuestra tarea, nuestra responsabilidad. No hay autoridad superior al pueblo, el Estado no está por encima de nosotros, el Estado somos todos.
 
En el recorrido de la historia los colombianos decidimos organizarnos sobre valores esenciales sobre los que se levanta la Constitución. Hoy estamos aquí para reafirmar algunos de estos principios, que vienen de 200 años de luchas.
 
La descentralización y la autonomía de las entidades territoriales y el respeto a la dignidad humana. Vinimos a Támesis a reafirmar esos valores. Defenderlos a lo largo de dos siglos, ha costado a esta nación sufrimientos sin nombre.

Igual, el derecho a gozar de un ambiente sano y la garantía de la participación de la comunidad en las decisiones que puedan afectarla, no están como adorno en la Constitución.
 
Así mismo, el deber del Estado de proteger la diversidad y la integridad del ambiente, que no solo se refiere a las exigencias del pueblo colombiano, sino también a la responsabilidad que tenemos con la sostenibilidad de la vida en el planeta.
 
Ciudadanía del suroeste antioqueño, el mensaje que enviamos hoy al pueblo colombiano desde Támesis, es trascendente. No admitimos que decidan desde fuera el destino de nuestras comunidades. Tampoco, que el bienestar y la identidad de nuestros territorios se entreguen en concesión a la codicia. Ante estos desvaríos, nos declaramos en resistencia civil.
 
 
Iván Marulanda
Senador

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