En el marco del Día Nacional de la Memoria y Solidaridad con las Víctimas, que se conmemora cada 9 de abril en el país, se hace necesario reconocer el sufrimiento de quienes han padecido el conflicto armado, quienes han perdido la vida y quienes llevan en su cuerpo las huellas de la violencia desmedida.
La no repetición y el cese de hostilidades contra la población civil debe ser una tarea fundamental en la construcción de un país en paz. El flagelo de la guerra lleva a cuestas la barbarie contra mujeres, niños, jóvenes y hombres en las regiones de Colombia.
Son abrumadoras las cifras que la unidad de víctimas reporta en sus informes; 9.681.288 personas han sido reconocidas como víctimas e incluidas en el Registro Único de Víctimas RUV, identificadas de manera única ya sea por su número de identificación, por su nombre completo o por una combinación de ellos.
Cada vida es sagrada y debemos ser determinantes en la búsqueda de la paz, la reparación y no repetición. Algunos de los eventos se centran en actos terroristas, atentados, combates, enfrentamientos, hostigamientos, amenazas, delitos contra la libertad y la integridad sexual en desarrollo del conflicto armado, desaparición forzada, desplazamiento forzado, homicidio, minas antipersonal, munición sin explotar, secuestro, tortura, vinculación de niños niñas y adolescentes a actividades Relacionadas con grupos armados, abandono o despojo Forzado de tierras, pérdida de bienes muebles o Inmuebles, lesiones Personales físicas, lesiones personales psicológicas y confinamiento.
Una lista que pareciera no tener fin. Instamos al gobierno y a las autoridades a no desistir en la búsqueda de una paz duradera que nos permita avanzar en el crecimiento de la nación, sintiéndonos seguros en los territorios. La búsqueda de poder a través de las armas y de la violencia debe acabar.