Alejandro Torres
Consejero Local de Juventud de Fontibón
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“La democracia es una obra de arte. No es un estado estacionario. Es algo que se configura día a día en convivir y al mismo tiempo es una oposición y negación del propio Estado, porque es una ruptura con los sistemas jerárquicos.”: Humberto Maturana
La construcción política por la que atravesamos en esta contienda electoral del año 2022 no solo ha sido baja, ruin, funesta y ad hominen -esto para algunos-. En mi opinión, ha sido normal a comparación de algunos momentos donde nos hemos enfrentado, por otros medios, a revisar los ciclos de violencia en Colombia; para esto me apego a lo expuesto por Francisco Sanín. Sin embargo, esto no quiere decir que sea el mejor instrumento para la lucha de ideas, la baja política, es en sí, su cara real, su fase desmaquillada, la verdadera escena. No es democracia.
El contexto sobre el cual tiene sentido esta columna de opinión, dentro del partido del cual milito, es llevar al análisis los últimos sucesos históricos sobre la política (coexistencia de las relaciones humanas en lo institucional) en lo político (lo antagónico de estas relaciones humanas en sociedad), parafraseando a Mouffe. La estructura para este texto dará contexto de los Consejos de Juventud, sus momentos claves antes de la elección. Luego una breve descripción de estos efímeros meses de ejecución y por último la audiencia pública en Comisión Primera de Senado que deja dudas serias en términos de participación.
En primer lugar, tenemos el deber de borrar la creencia que toda la participación juvenil inicia en 2021 con los Consejos de Juventud; es mérito agradecer al convivir en democracia de los jóvenes de la Séptima Papeleta, a los que dieron su vida en el mayo de 1984, en los ires y venires del movimiento estudiantil y muchos más, ¡Gracias muchachada colombiana!
Los Consejos de Juventud, ya existían antes, razón de ello son los consejeros de los años 90 y 2000, que no la tuvieron fácil; pero, el estatuto de ciudadanía juvenil, ley 1622 de 2013 modificada por la 1885 de 2018, nos reconoce en el sistema político con un objetivo común, lo anterior mencionado en el exordio: convivir.
Ahora, somos los actuales electos, nuevos sujetos políticos que entramos a lo que se considera las ligas mayores del voto popular, esto significa, hacer campaña, el logo, el slogan, las reuniones de lobby, lo partidista, el debate, el aval, los ataques, el escándalo, las risas, las y los compañeros, la familia política y nuestra familia. Los momentos claves estuvieron en el proceso hacia el día D (día de las elecciones) bajo nuevas formas de participación política como algunos movimientos independientes que se hicieron elegir pero que tenían una filiación fuerte a lo partidista, sus cuadros y demás; no juzgo esto, siento que es legítimo, pero que cuando lleguen al tránsito partidista les costara más camino por construir, lo partidista puede verse marcatizado dicen algunos, yo observo que es la forma colectiva de construir más eficaz para una causa común, un proyecto político.
El segundo momento fue la nefasta resolución 15881 de 2021, la animadversión que genero esto fue infinito. Entiendo las ganas de que los jóvenes saliesen a votar masivamente, sin embargo, es ser ingenuo creer que todo es genuino y de buena fe. Esto da panorama al modo en cómo se están gestando las actuales elecciones, sin cargar totalmente y ser la guillotina de las instituciones, pero si con cuestionamientos serios ante esto. “Gracias” Registraduría y señor Alexander vega.
Lo más complicado que actualmente se vive, y lo afirmo con conocimiento de causa, es la relación con los actores políticos que no quieren ceder espacios de participación. En mi caso particular, es la relación con los ediles otros consejeros con sus concejales y, también, la institución ejecutiva bajo funcionarios de turno. La relación no ha sido amigable porque toca hacerles venia para pedir lo básico como si fuera favores, lo cual es el uso de las instalaciones e implementos para sesionar – esto es lo político-. Pero, algunas instituciones ejecutivas han puesto de su parte, caso Bogotá con los incentivos para nosotros y de su equipo territorial para la atención, que no es perfecto pero que a comparación de otros lugares estamos conviviendo.
No somos el Non plus ultra en la política, esto va para todas las personas que creen que los consejeros les vamos a quitar el puesto político, que el espíritu democrático de su corporación se reducirá y para los consejeros que creen que podemos salvar el mundo. Somos un nuevo sujeto político que entra a la cancha, somos el que puede cuidar la semilla y no dejar que la cosecha se queme, somos el que riega el agua y tapa con su sombra en caso de sequía.
Nuestro actuar, no depende de los que han obtenido su credencial tradicionalmente y se quedan sentados esperando a no salir en reconocimiento del modo de vivir, no dependemos de la poca acción de los espíritus democráticos de las corporaciones. Es nuestro deber mitificar nuestras acciones, hacer valer nuestra gestión y, sobre todo, entablar un plan de trabajo unificado robusto y estructurado, tener la gallardía de sentar las agendas de juventud para que ningún político tome ese apartado de política pública sin respeto.
Para cerrar, antes de llegar a las conclusiones, entraré al tema de la audiencia pública. En ella se expusieron varias problemáticas, como se mencionaron aquí, en términos de relaciones. En este punto quiero resaltar lo que está haciendo Colombia Joven con los talleres construyendo país, sus invitaciones privadas a consejeros del partido de gobierno a talleres públicos; esto solo abre paso a una premisa razonable de “los mismos con las mismas”.
Otro punto a reconocer durante la Audiencia Pública fue sobre la capacitación del programa ESPOD, con el cual están logrando vincular a los consejeros de municipios desconectados. Pero, cabe aclarar que hay dudas que no se resuelven y finalmente se convierten en dudas que hacen daño en la gestión -buena o mala- que se hubiese realizado.
Por todas estas razones, hago referencia al siguiente refrán “Caminantes no hay camino” y tenemos cuatro años de camino por andar. Estamos en una obra de acción o en ejecución, yo afirmo que, en acción, un constante convivir día a día. Las conclusiones de este proceso son claras. La primera, seguiremos cuidando la semilla, la haremos germinar y cosecharemos nuevas generaciones de ella. La segunda, a los que nos dejan en la banca, es bueno siempre mirar atrás y saber cómo empezaron, el tiempo se acaba. La tercera, métanse en este cuento, no es perfecto, pero la diversión de vivir la vida así vale la pena.
¡Es hora de construir democracia!